Cuando hablamos de Programación Neuro-lingüística (PNL) todo el mundo evoca el modo de funcionar de un ordenador: a partir de los datos que introducimos y del programa con el que trabajemos, la máquina procesa, almacena y actualiza la información cada vez que lo requerimos. En nuestro caso los datos introducidos serían las informaciones sensoriales que recibimos continuamente del exterior: todo lo que vemos, oímos, degustamos, sentimos, etc. es procesado y almacenado en función de la programación que tenemos en nuestro cerebro, y en base a esa programación le otorgamos un significado.
Cuando nos encontramos en una situación que guarda semejanza con otras previamente vividas, nuestro cerebro compara los datos que estamos recibiendo en ese momento con los almacenados en nuestra memoria de las situaciones anteriores, y la reacción que tendremos en el presente estará en función del significado que habíamos otorgado a dichos datos con anterioridad.
Por ejemplo si de niño tu profesor te hacía pasar un mal rato cada vez que te sacaba a la pizarra y tus compañeros se reían de ti, terminaste por asociar hablar en público con una situación angustiosa y por tanto, se convirtió en algo a evitar. Así si, aún pasados unos años desde el incidente escolar, alguien te invita a dar una conferencia, es posible que o bien lo rechaces y por tanto hayas creado una fobia, o bien lo afrontes sufriendo previamente el pánico que te provoca enfrentarte a hablar delante de la audiencia, a pesar de que en ti ya no quede nada del niño de entonces o ni siquiera recuerdes el nombre del profesor aquél, y puede incluso que habiendo olvidado de forma consciente aquel suceso. Pero tu inconsciente no olvida el programa que un día se grabó en tu mente: “Hablar en público es peligroso”.
Pero eso se puede cambiar con PNL: este instrumento nos permite no sólo convertirnos en aquel que podríamos ser si aprovecháramos al máximo nuestras capacidades, sino en aquel que deseamos ser reinterpretando la información que nos viene del exterior, es decir, dándole un significado diferente a determinados sucesos que nos han venido marcando poderosamente a lo largo de nuestra existencia. La PNL trabaja con la experiencia sensorial específica almacenada en el cerebro, y para trabajar con ella es preciso averiguar la estructura y las condiciones en las que se procesó y almacenó dicha experiencia. A partir de ese conocimiento, podremos modificar su influencia sobre nosotros para facilitarnos el conseguir nuestros objetivos.
El nombre de Programación Neuro lengüística consta de tres términos:
Programación: Es un término que alude a los procesos de organización de los componentes de un sistema. Hace referencia a los programas mentales establecidos que rigen nuestro pensamiento y comportamiento, los cuales podemos programar de forma similar a como se programaría un ordenador para que realice determinadas funciones que nos interesan.
Neuro: que viene del Griego “Neurón” y dice que todo comportamiento es el resultado de un proceso neurológico. Toda acción o conducta está en función de la actividad neurológica puesta en marcha a partir de la información que nos llega a través de los sentidos. La interpretación que damos a dicha información, es la que nos va formando nuestra percepción del mundo que nos rodea.
Lingüística: que viene derivado del latín “Lingua” y nos indica que el proceso neurológico es representado, ordenado, secuenciado y transmitido a través de la comunicación basada en la palabra o el lenguaje. Reconoce la parte que ocupa el lenguaje como representación de nuestra organización mental y de nuestras estrategias operativas.
La terapia efectiva de PNL implica cambio.
La realidad como tal no existe. Cada persona tiene su propia realidad, es decir, los seres humanos conocemos la realidad a través de la interpretación que cada uno hacemos de ella.
A lo largo de la historia de la humanidad son muchos los pensadores que han hecho referencia a la diferencia indudable entre el mundo, y nuestra experiencia de él. Desde el ilustre filósofo griego Zenón hasta un eminente pensador alemán como Schopenhauer y muchos otros cerebros privilegiados a lo largo de la historia del pensamiento, han insistido en que los seres humanos no actuamos directamente en el mundo, sino en la representación que creamos de él cada uno de nosotros, y esa representación personal determinará nuestro modo de percibir la realidad y las opciones que podremos tener a nuestra disposición.
En función de nuestras propias vivencias, del lugar en el que nos ha tocado nacer, de la familia que nos corresponde, del comportamiento de la gente que nos rodea, y en general de las experiencias que afrontemos…, sacamos nuestras propias conclusiones acerca de cómo es el mundo exterior, es decir, nos creamos un MAPA de la realidad que será diferente para cada persona. Dicho MAPA constituirá nuestra guía para movernos por la vida y de una forma absoluta condicionará nuestro comportamiento habitual, configurando nuestra vida y nuestras relaciones.
La Programación Neurolingüística (PNL) a través de sus técnicas y herramientas nos permite conocer nuestro MAPA y el de los demás para así poderlo modificar e incluso ampliar, con el fin de alcanzar los objetivos que nos propongamos. Una terapia efectiva implica de algún modo, un cambio en la forma en la que la persona representa su experiencia del mundo en que vivo.
Nuestra mente no siempre tiene razón.
No es tarea fácil detectar algunos de nuestros pensamientos, pues muchos son automáticos y los tenemos tan interiorizados que debemos esforzarnos por averiguar cuáles son los causantes de nuestras emociones negativas, pues ahí es donde radica la clave para poder modificarlos.
Recuerda que nuestra mente no siempre tiene razón y puede estar equivocada. En ocasiones comete errores producto de una atención no adecuada o un fallo de nuestra memoria, y terminamos dando por hecho cosas que quizás no lo sean. Es por ello por lo que no debemos dejarnos llevar por estos, y tenemos que trabajar para finalmente ser nosotros dueños de nuestros pensamientos.